Por: María Ximena Rondón

Roberto Bustamante es un investigador y consultor en temas de tecnologías de la información desde 2001. Formó parte de los proyectos Cholonautas y La Mula y es docente en la carrera de Periodismo en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Desde su experiencia, cuestiona el facilismo que impera en las redes sociales.

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Cuando ingresaste a estudiar arqueología, ¿imaginaste que terminarías trabajando en el rubro de tecnologías de la información?

No exactamente, pero sí me acerqué a la tecnología de pequeño. Primero quise estudiar Ingeniería de Sistemas o Electrónica en la UNI. Ingresé, pero no a la ingeniería que quería. Entonces postulé a San Marcos. No tuve dificultad para ingresar. Elegí la carrera de Arqueología. Empecé a estudiar esa carrera, pero tenía el bicho pendiente de estudiar temas de tecnología.

¿Por qué elegiste arqueología?

Porque me gustaba, especialmente las culturas prehispánicas. Me gusta más la historia física que la historia documental. De niño, las dos cosas que más me gustaban eran la computación y la arqueología. Desde pequeño aprendí a programar y al mismo tiempo iba a mis talleres de arqueología. No fue un salto. Fueron dos cosas paralelas.

¿Hiciste excavaciones?

Sí, excavé en algunos cementerios, sitios incas. De hecho, lo que más trabajaba era arqueología inca. Realicé excavaciones en Cusco, en Ecuador, en Lima, en Tarma y Huarmey. En el año 2000 entro a la maestría en Antropología y en 2001 surge una oportunidad de trabajo en el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) como asistente del proyecto Cholonautas, que buscaba generar comunidades virtuales. En ese tiempo ya me meto de fondo a proyectos digitales.

Entonces, no fue difícil el cambio…

No porque ambas cosas me gustaban. Incluso en la universidad, cuando llevábamos cursos de computación, yo dominaba los cursos. Apoyaba a algunos profesores. El jefe de prácticas ad honorem era yo.

¿Y el excavar se relaciona con tu labor en el mundo digital? Porque en Internet hay que saber encontrar los buenos contenidos.

La arqueología se encarga del estudio de la cultura material. En ese sentido, un tema que me interesa bastante es la relación entre las personas y los objetos. Más que el contenido de los medios digitales, a mí me interesa el objeto. Tú te acercas a Internet a través de una máquina, de una pantalla y a través de interfaces y prototipos. Al contrario de las demás personas que dan prioridad al contenido, yo priorizo el medio. Yo discuto que el soporte físico es más importante. La mano y el ojo se comportan de manera distinta, dependiendo de qué plataforma estés usando.

¿Por qué decidiste escribir un blog?

Porque yo, en el 2005, estaba aún en Cholonautas. Estuve de asistente de proyecto y coordinador de proyectos. Cuando surgió toda esta onda de los blogs, quería experimentar y ver qué cosa pasaba, cómo era el formato y cómo era el medio. Ahí empecé a armar un blog, El morsa, como un prototipo. Este terminó más grande de lo que pensé.

La idea inicial era armar un blog para el proyecto. Al final, el IEP no la dio. Yo les propuse hacerlo pero tenían miedo al control de contenidos.

Entonces, ahí creé mi blog y empecé a escribir ideas. El morsa empezó a jalar la atención. Escribía sobre los temas que me interesaban. Hablaba de política y sobre los medios de comunicación.

¿Tenía mucha acogida?

Sí, tenía su acogida.

¿Te puedes hacer famoso con un blog?

No es fácil porque lo que tú tienes ahora son voces autorizadas en las redes. Lo que debes hacer es volverte especialista en tal o cual tema y así sientes que te dan cabida. Tú sabes más de ese tema que el resto de la gente, en general.

¿Cómo llegaste a la docencia universitaria?

En 2010 yo estaba trabajando un proyecto de investigación y tecnologías en el Centro Peruano de Estudios Sociales. Me acuerdo que era jurado de un concurso de literatura digital en el Centro Cultural de España. En ese momento, Rocío Silva Santisteban, que era la directora de la Escuela de Periodismo de la Ruiz, se me acercó y me preguntó si yo quería enseñar un curso de tecnologías.

A partir de 2010 empecé a enseñar acá. Es algo que a mí me ha encantado porque llevo cinco años enseñando. No me pareció difícil lidiar con los estudiantes.

¿Cómo mantienes la atención de tus alumnos en una época en la que tenemos distracciones como los celulares?

Primero, yo creo que los estudiantes deben ser responsables de su atención. Yo no voy a decirles a los alumnos que atiendan o no.

Yo intento que mi clase no sea la típica clase escolástica, donde todos copien el cuadro que está en la pizarra. Trato de promover el diálogo. En algunos casos funciona más que en otros. Cada grupo es diferente. Hay chicos que se distraen. Es como una moneda al aire, no sabes cómo va a resultar.

Yo les pido que hagan un proyecto y los asesoro en el camino. También quiero que los estudiantes que no sepan me hagan consultas.

 

¿Cómo te afecta, como bloguero, el uso de las redes sociales?

Son medios sociales. A mí lo que me parece fuerte es que hay todo un tema con el tiempo. Las personas ya no lo tienen. Dedicarle media hora de tu vida a columnistas es un lujo.

¿Tú te tomas el tiempo para leer?

Yo he tenido la suerte de tener trabajos que me han dado tiempo para leer, porque han requerido análisis crítico, o conforme están mis horarios, dedico una hora al día para leer a columnistas. Si les escribes un texto enorme a los que quieres llegar, jamás te van a leer. Hace diez años, los blogueros leíamos y escribíamos más. Pero se ha producido un cambio muy fuerte. En Facebook y Twitter te das cuenta de eso. Es decir, hay mucho sentido común. Todos los tuiteros y facebookeros escriben desde el sentido común o cosas obvias. Pones un poco de datos y ya está.

¿Te sientes realizado como profesional?

Realizado, no lo sé. Profesionalmente me veo en constante cambio. Si hago una retrospectiva, me parece genial haber dedicado estos últimos 15 años a las nuevas tecnologías y a la enseñanza. Para mí ha sido como una consolidación. Yo prefiero estar en constante búsqueda.

¿No le tienes miedo a la constante búsqueda?

No, creo que no. En los últimos 15 años he tenido suerte  para conseguir buenas oportunidades laborales y he ido armando mi carrera. También, con el tiempo, me di cuenta de que hay cosas a las que puedo aspirar y otras a las que no. No es que el trabajo me sobre, pero puedo darme el lujo de hacerlo.