La educación inclusiva en el Perú se ha expandido en distintos ámbitos de la sociedad. Uno de ellos, y probablemente el que tiene mayores beneficios en personas con discapacidad, promueve las actividades deportivas y culturales.

Los especialistas recomiendan que desde muy pequeños los niños con síndrome de Down o Asperger participen en actividades artísticas y deportivas que les permitan desarrollar al máximo, no solo sus habilidades sociales, sino también la autoestima, la expresión corporal y el trabajo mental.

Sin embargo, hay destrezas que las personas con Asperger desarrollan mejor que quienes poseen síndrome de Down. Por ello, hay actividades recomendadas para cada uno de ellos. La licenciada en educación especial, Sofía Luján, dice: “Por su rigidez social, es preferible que los Asperger trabajen en talleres de autoestima y comunicación para tener mayor seguridad y desenvolvimiento en su entorno”.

En este caso los talleres de oratoria les brindan las herramientas para tener mejor expresión oral y modular la entonación y ritmo al momento de hablar. Pero no se debe olvidar que la mayoría de los Asperger tienen talentos que con la ayuda adecuada pueden convertirlos en grandes artistas.

Las personas con síndrome de Down son la otra cara de la moneda, ya que tienen mayor facilidad para relacionarse con el resto. En estos casos, Luján aconseja que se debe trabajar la fortaleza corporal, pues la fisonomía de estos pacientes es muy débil.

“Entre las actividades más comunes figuran danzas como la marinera y el festejo; tocar un instrumento, de preferencia de percusión; trabajar en cerámica en frío; y definitivamente, los deportes como el atletismo y la natación que ayudan a su coordinación general”, explica Luján.

Algunas instituciones van más allá de estos talleres tradicionales. El colegio Juan XXIII dicta cursos de panadería y carpintería. Con la ayuda del maestro, los alumnos con discapacidad dedican largas horas trabajando en la cocina o en el salón.

La actuación es otra alternativa que está de moda para los chicos con discapacidad. César Montenegro, especialista y “coach” del Centro Ann Sullivan Perú (CASP), cuenta que uno de los trabajos que más éxito ha tenido entre sus estudiantes es el teatro. “Los alumnos ensayan todos los días y están muy comprometidos. No solo eso, sino que también ellos arman su propia escenografía. Es un trabajo muy emocionante”, declara Montenegro.

Distritos como Miraflores y San Isidro han comenzado a difundir estos talleres e incluso organizan eventos para presentar el trabajo final. En Pueblo Libre funciona la Oficina Municipal de Atención a la Persona con Discapacidad (OMAPED), encargada de que todos los trabajos de estos muchachos se exhiban y vendan en ferias organizadas por la municipalidad. Hasta el momento la respuesta del público ha sido positiva, por lo que se continuará con esta labor social.